Haciendo cuentas
Hace dos horas que estoy tratando de expresar con palabras como se encuentra mi estado de animo hoy, y últimamente, no lo puedo describir verbalmente. Me siento en frente de la computadora, con mi café en mi taza preferida, con forma de vaca de porcelana, y mi cigarrillo a medio consumir. Elegí un par de temas de Sabina para que me acompañen en esta media tarde en que quiero escribir, y me doy cuenta de que se me esta complicando el asunto, mas de lo que esperaba.
Cuanto mas fácil es expresarte cuando estas triste, o cuando estas pasando por una situación difícil o compleja. Me di cuenta de que, por lo menos yo, tengo más facilidad para escribir sobre desencuentros y tristezas que sobre alegría y felicidad. Aun tratando siempre de sonar lo mas esperanzadora que puedo en mis escritos, se me hace mas fácil escribir sobre problemas que sobre soluciones. Calculo que eso me sucede porque la felicidad esta hecha para vivirla y no para escribirla. Es como cuando uno escribe sobre amor y estar enamorado, uno puede describir esa sensación como "nunca viví algo igual" o "me tiemblan las rodillas" pero nunca terminamos de describir totalmente lo que sentimos sobre el amor. Lo hago más sencillo: nunca va a entender una persona lo que es estar enamorado, y sentir una felicidad inmensa, si no lo vivió.
La gente que me ve todos los días, puede ver en mi cara, de lo que estoy hablando. Ya me dijeron, más de una vez, que me notaban distinta. La verdad es que últimamente, y gracias a Dios, tengo la sonrisa dibujada. A veces me siento una tonta caminando por la calle, notando como la gente me mira de una manera extraña, hasta que me doy cuenta de que es porque me estoy riendo sola. Pero después, me pongo a pensar, que tontos son los que se sorprenden de una sonrisa y ven esa expresión como algo raro. Yo, me rió todo el tiempo, como las nenas que tienen 5 años y que consiguieron el juguete que mas anhelaban, así estoy yo. Disfrutando de la ola de calor que llego a Buenos Aires, caminando con ropa cómoda y sentándome en la plaza en la hora del almuerzo dejando que me queme el sol. Disfrutando de las cosas que siempre quería, y que están llegando poco a poco a mi vida. Disfrutando de mi trabajo que, para mi sorpresa, tantas satisfacciones me esta dando. Disfrutando de mis amigas que había dejado de frecuentar y que ahora estoy aprovechando. Disfrutando de los llamados de él para desearme que duerma bien, y de los encuentros cargados de sensaciones que estamos teniendo. Esos besos que uno siente que van a ser eternos, y esos abrazos que transmiten paz y armonía en nuestras vidas. También los "te amo" que están a la orden del día, e incluso los "te extraño" que salen solos, cargados de ilusión.
Hay días en que quiero gritar lo contenta que estoy. ¡Tengo ganas de mostrarlo, de compartirlo, de agradecerlo con toda la gente que quiero! y hay otros que elijo el silencio, para dedicarme a hablar con mi cabeza y planear como hacer para que este estado no se me escape nunca mas.
Pero, también, debo reconocer que a veces me gana la neurosis y comienzo a pensar en que "no puede estar todo tan bien" y pienso que algo malo va a pasar, hasta que me siento y reflexiono diciéndome a mi misma que realmente me merezco lo que me esta pasando en este momento. Como también se lo merecen todas las personas que confían y luchan por lo que quieren, esas personas que tienen sueños y proyectos, esas personas que saben pedir perdón y aprender de los errores. Con esto no quiero decir que soy perfecta, ni mucho menos, yo vivo metiendo la pata y tropezándome (mil veces con la misma piedra) pero también se aprender de las circunstancias.
Este último tiempo sentí muchas cosas raras. Transité un periodo de incertidumbre y desazón. Me sentí más frágil que nunca, y más sensible que antes. Tuve despedidas y bienvenidas. Tuve amistades y peleas. Tuve dudas y respuestas. Me sentí acompañada y sola. Me sentí bien, pero también mal. Desilusiones y sorpresas. Me caí, pero me volví a levantar. Retrocedí, pero volví a avanzar, sin mirar atrás.
Creo que todos necesitamos un tiempo para dedicarnos a nosotros mismos, para detenernos y pensar "¿que estoy haciendo?" "¿que quiero?" "¿que estoy buscando?" cuestionarnos que personas queremos tener al lado nuestro, quienes suman y quienes restan, a quienes extrañamos y quienes no pueden faltar en nuestro futuro. Creo que viví mi primera crisis conmigo misma, me llego a los 20 años, pero llegó y revolvió todos mis sentimientos. Arrazó con todos mis pensamientos, y realmente sentí deshacerme. Pero cuando uno choca contra el piso lo único que queda después es empezar a subir, porque mas abajo no podes estar. Y hoy, me pare, firmemente y mas segura. Con respuestas y certezas, ya no más dudas, y ya no más lagrimas. Quiero seguir sonriente y quiero seguir agradeciendo esas pequeñas cosas que hacen que realmente frenemos y gritemos de felicidad!