Wednesday, January 31, 2007

¿Amores o dolores?

Me encontré hablando con una amiga acerca de las relaciones humanas en general. Amistades, lazos familiares y parejas. A ninguna de las dos nos cuesta hablar y esta vez no fue la excepción. Nuestra conversación se prolongo hasta a la madrugada del día siguiente. En un ambiente más que acogedor pudimos expresarnos libremente y sin ocultar nada sobre lo que nos une con otras personas. Sobre nuestros fracasos y sobre nuestros lazos fuertes hacia con los otros.

Me sorprendí cuando analicé cada una de mis relaciones con mis seres queridos porque todas vienen acompañadas de lágrimas. El amor es así, a veces felicidad y otras veces lagrimas inesperadas. Creo que cuando uno decide amar a una persona, y opta por elegirla para que forme parte de tu círculo personal y de confianza uno empieza, inevitablemente, a estar en constante contacto con sus emociones. Quiero decir... que cuando las personas que quiero están mal, una parte de mi también lo esta con ellos.Haciéndolo mas claro y preciso puedo decir que en cualquier tipo de relación donde hay amor también hay sufrimiento. La pregunta y la duda que me quedo dando vueltas en la cabeza es simplemente ¿cual es el límite? ¿Como nos damos cuenta que el sufrimiento que sentimos al amar a un ser querido es algo aceptable dentro de los límites del amor o ya es masoquismo? ¿Cuando decir basta a un amor que nos hace sufrir?

Dando ejemplos concretos, en una relación de madre e hija existen momentos de felicidad pero también de profundo dolor. El miedo a no cumplir con las expectativas que ella quiso para nosotros o el miedo a defraudarla son cosas que a nosotros, los hijos, nos hace sentir mal. El dolor que sentimos cuando no nos entiende y exige que saquemos fuerzas cuando simplemente queremos un abrazo... son los clásicos ejemplos de los dolores que sentimos frente a esta clase de amor. Pero el punto principal es que a nuestra madre o padre, y hasta incluso a nuestros hermanos, no los elegimos, ellos, nos guste o no, siempre van a tener una relación con nosotros. Pero... ¿qué pasa cuando el sufrimiento nos lo trae alguien que eligimos? Alguien que esta o estuvo porque nosotros así lo decidimos, como puede ser el caso de nuestra pareja. ¿Como nos damos cuenta de que hablamos de un amor y no de un dolor?

En las relaciones hay un limite muy vago entre el dolor y el placer. Algunos creen que una relación sin dolor no vale la pena. Para algunos el dolor implica crecimiento. Pero cuando acaba el crecimiento y toma el control el verdadero dolor... ¿somos masoquistas u optimistas si jugaos en la raya divisoria entre el uno y el otro?

Una de las posibilidades que se me ocurrió para analizar este tema fue simplemente ponerme a pensar en los momentos positivos de estas relaciones. Analizarlos y sentirlos. Armarme con una balanza interior para poder ver si los momentos felices o los momentos de amor incondicional pesan más que las lagrimas derramadas por estas relaciones. Darnos cuenta que sin duda se puede vivir sin un ser querido, porque la necesidad es insana. El tema es saber cuanto mas feliz somos si esas personas están con nosotros...

Comprobando una vez más que el amor se basa en momentos de alegría y momentos de tristezas. Momentos de éxtasis y momentos de calma. ¿Vale la pena el sacrificio? ¿Vale la pena sufrir un poco, sin exagerar, por amor? Yo creo y afirmo que si. Vivir sin amor, sin pasión, sin ganas... es como no vivir nada.