Aceptando.
Las personas testarudas generalmente tenemos un problema. Nos tienen que decir las cosas mil veces. Pensar mas, para acordarnos de conceptos o razones que tratamos de obviar. Nos cansamos mas, porque desandamos y andamos por el mismo camino una y mil veces para llegar a lo que queremos y si por alguna razón, ajena a nosotros, no llegamos... buscamos el camino alternativo para dar al mismo lugar. En mi caso particular, hasta que no me den una buena razón para claudicar o pensar que no estoy en lo cierto suelo seguir, seguir y seguir hasta cansarme. Para muchos este rasgo en la personalidad de ciertas personas esta bueno. Alguna vez me lo han ponderado. Siempre preferí ser perseverante antes que no intentar. Pero hay otras veces que esta cualidad pasa a ser un defecto. Un defecto que solo nos choca a nosotros mismos con las consecuencias. Muchas veces nosotros, los testarudos, conseguimos lo que queremos. Si me remonto a situaciones del pasado, me doy cuenta de que logre muchas cosas a favor con este rasgo. Pero hay varias veces que este rasgo solo extiende lo inevitable y el golpe final es mas fuerte que si hubiésemos abierto los ojos anteriormente.
Tengo la suerte de no haber sentido jamás la necesidad de pedirle a alguien que se vaya de mi vida. Puedo modificar su rol en mi camino, su papel, o su importancia pero nunca eliminarla. Gracias a Dios, siempre que una persona llego a pasar la barrera, que nos autoprotege, para intercambiar cariño y/o afecto nunca se tuvo que ir. Me gusta conservar. Guardo todo. Desde los dibujitos que hacia de chica hasta las cartas o fotos que marcaron ciertas etapas de mi vida. Y lo mismo me pasa con las personas. Nunca las quiero erradicar. Me cuesta entender cuando escucho a la gente hablar de ciertas personas como desconocidas, cuando uno estuvo tiempo atrás frente a un lazo importante entre ellos. ¿En que momento se deja de querer a alguien? ¿Se puede o será que realmente ese lazo nunca existió? Entiendo que el amor se puede transformar y la importancia puede disminuir, pero siento que hay un camino muy amplio en el medio para que ese afecto que alguna vez se sintió pase a ser algo insignificante. No me imagino dejando de querer alguna vez a alguien que sentí tan importante como para regalarle un "te quiero". Es imposible. Sea un amigo, un familiar o alguien con el que tuviste algún tipo de relación. Te podes pelear, podes dejar de frecuentarla, podes dejar de prescindirla pero nunca dejar de querer. Con esto no quiero decir que quiero a todo el mundo. No suelo repartir esas dos palabras por lugar que transito o persona que frecuento. Pero una vez que uno lo hace creo que lo hace por tiempo indefinido. No creo que exista una fecha de vencimiento para un sentimiento.
Sin duda, los miedos mas fuertes que las personas tenemos están directamente relacionados a nuestros seres queridos. Por ejemplo, ocasionalmente suelo ser un poco distraída con mi propia seguridad y el miedo a que me suceda algo a mi es casi nulo a comparación con el miedo y la parálisis que me causa pensar en esa posibilidad para un ser querido. Cuando uno quiere, se expone. Quedamos expuestos a nuestros sentimientos, inseguridades y miedos. En cierto modo perdemos el control de las cosas. Mi familia y amigos saben que dentro de mis posibilidades voy a estar siempre, independientemente de la frecuencia con las que nos tratemos. A cualquier hora, en cualquier lugar, saben o espero que sepan que siempre me voy a interesar por ellos y sus cosas. Y la razón no es otra que la mas simple: TIENE QUE SER ASÍ. Es lógica y es realidad.
Cuando alguien te dice, con un mensaje, una mirada, o con hechos que te vayas de su vida inevitablemente nos invade una sensación de nostalgia que molesta mucho. Ni hablar si a quien se lo dicen es alguien como yo que siempre hago todo de mi para sumar en lugar de restar. Conservar mis amigos y mis afectos. Jamás me había imagino que existía la posibilidad de irte de alguien a quien uno estima. Y me dolió. Pero después de un par de días de lagrimear un poco y de enojarme mas, entendes que simplemente lo mejor que uno puede hacer es aceptar y respetar las cosas y deseo del otro, independientemente de si lo entendemos o no. Y si no entras en la vida de la persona que tenes en frente es porque esa persona no tenia que estar tampoco en tu vida. Y en ese punto te das cuenta de que no hay testaruda que valga, ni perseverancia que funcione, solamente queda irte y seguir con la teoría de sumar en vez de restar, encontrando gente que piense como uno, para que en un futuro no se vuelva a escuchar un pedido de retiro que nos vuelva a lastimar.