Thursday, June 08, 2006

Las pequeñas cosas invisibles a los ojos

En un mundo cada vez mas globalizado, donde las prioridades de las personas están ligadas a intereses económicos y materiales, donde cada vez se pierde más el respeto y la preocupación por lo ajeno, donde existen guerras en que la vida humana comienza a perder sentido y juega un papel insignificante... En sociedades donde las relaciones humanas cada vez están más desunidas, donde sobra el egoísmo y falta solidaridad, donde las familias se desintegran, olvidando los compromisos y promesas que alguna vez se hicieron, donde abunda el mal humor y hay escasez de sonrisas... Yo no puedo evitar cuestionarme ¿Dónde quedo el amor? ¿Dónde están esas pequeñas cosas que antes nos parecían tan grandes?... ¿Dónde se encuentran esas personas que miraban un paisaje y se emocionaban, esas personas que se sorprendían con cosas simples, esas personas valoraban los detalles?
Hace un tiempo viví una situación que me movilizó, quizás ante los ojos de cualquier persona es algo insignificante, pero para mi tuvo un sentido mas que perturbador. Me encontraba en un shopping, esos grandes que abundan por estas épocas en nuestra ciudad, estaba en una casa de música concentrada en mi decisión de elegir que CD me convenía llevarme a casa. Cuando de repente la voz áspera y fuerte de un señor me saco de mi mundo y me hizo olvidarme de lo que estaba haciendo en ese momento allí. Este hombre "simpático" estaba quejándose porque, en dicho negocio de música, no encontraba el celular (último modelo) que le quería regalar a su mujer, en el día de la fecha, por motivo de su cumpleaños. ¡Tendrían que haber visto su cara!, parecía que le estaban dando la peor noticia del mundo... Dado a que los gritos del señor, un poco atrevido, me estaban molestando e interrumpiendo mi momento de paz, y dado a que soy un poco metida, tuve que interrumpir (por necesidad) su discusión con el vendedor para decirle, amablemente (dado que así me enseñaron), que existían muchísimas cosas para darle de regalo a la mujer que uno quiere. Después de unos segundos de silencio, pensé que me mataría, me fulminó con su mirada, pero en vez de eso me dijo "se supone que le tengo que hacer el mejor regalo y ese teléfono es perfecto aunque salga carísimo". Como me di cuenta que nada de lo que le podía decir lo iba a hacer cambiar de opinión, simplemente le regale una sonrisa y le deseé suerte en su búsqueda de "el regalo perfecto" y me dispuse a retirarme del lugar, mientras lo hacia seguía escuchando sus pedidos desesperados para que le consiguieran lo que él estaba buscando... Que estrés, ¿no?
Como este hecho ocurrió a la mañana, continué con mi atareado día, olvidando por completo a este hombre y a la preocupación que traía consigo. Salí de la facultad pasadas las siete, y emprendí mi camino de vuelta a casa. Caminé por la calle Uruguay, cruce la plaza Vicente López y llegue a la parada de mi preciado colectivo. En la fila que se formó en la parada me encontraba detrás de una pareja, que no tendrían mas que unos 30 años, ella cargaba un a una beba en brazos y el le hablaba de su trabajo, no se bien a que se dedicaba pero dado a la ropa que llevaba puesta y a las manos que tenia se ve que era un trabajo duro. Mientras que esperaban el colectivo se miraban y se sonreían, no soy bruja ni adivina, pero parecían realmente felices. Minutos después nos subimos al colectivo. Al cabo de un rato subió uno de esos vendedores ambulantes, que rondan por la ciudad todos los días buscando hacerse unos pesos, en este caso... lo que vendía era chocolates. No sé bien que fue lo que me hizo girar la cabeza para ver nuevamente a esa pareja que tenia a su beba, pero simplemente lo hice y vi cuando él le compró al vendedor la oferta que traía de tres chocolates por $2, y cuando se los daba a su mujer que lo miraba con cara de agradecida, en la siguiente parada se bajaron los tres. El resto del viaje me quede preguntándome que era lo que me había llamado la atención de ese hecho, es común que la gente aproveche las ofertas de los vendedores ambulantes... Y en ese instante fue que me acorde del señor atrevido de la casa de música, recordé su mal humor, su preocupación y su tonta idea de que para hacer un regalo a alguien que uno quiere necesita ser caro y necesita ser digital. En seguida recordé la expresión de la mujer con cara de cansada, pero sonriente, al recibir un chocolate de parte de su pareja y no pude contener sonreírme para adentro al darme cuenta que la gente a veces esta tan equivocada, buscando la importancia de las cosas y los valores de los sentimientos en los precios y no ve que un simple detalle o algo hecho con amor es cien veces mas importante.
No puedo decir que regalemos chocolates toda la vida, no puedo decir que regalar un celular esta mal... pero puedo asegurar que ese hombre y esa pareja que conoci ese día me demostraron que a veces uno se estresa por cosas tan insignificantes y no se da cuenta que con menos esfuerzo o con una muestra de amor que no tiene que ver con dinero o algo material, puedo hacer feliz el doble a una persona. El secreto esta en encontrar y saber apreciar esas cosas chicas que a veces nos cuesta tanto ver y que a la larga van a ser las que nos va a causar más felicidad.

1 comment:

El Navegante said...

La ceguera indudablemente existe en todos los ámbitos.
Me pregunto cómo nadie obserervóp esta joya que has escrito, dejando el cometanirop correspondiente,y como dice una amiga bloggera, por eso de "los hilos de la vida", no hemos unido en algo muy similar para exponer.
Me encanta tu sensibilidad de detenterte a observar esas coss que curren alrededor de uno un día cualquiera.
Me alegra mucho estar conociéndonos, y te ruego me disculpes la demroa en llegar a saludarte, y agradecete tu hermoso comentario.
Edité el por qúe, sin habilitar comentarios, por eos , tal ve zlo ahs leído, no seré reiterativo.
Te dejo un besito muy grande, y como verás no me olvidé de tí, y mucho menos de venir a cumplir con tu gentil pedido y deleitarme así con esta lectura.